El cerebro humano no está adaptado almundo
moderno
(extraído del periódico)
En materia de economía, todos estamos más o menos
acostumbrados a centrar nuestra atención en el último dato de
inflación o el crecimiento del PBI, pero no mucho más allá. ¿La
razón? Dicen que nuestro cerebro, desarrollado durante miles de
miles de años, no está adaptado al medio ambiente...
Y la conclusión resulta bastante insólita: el cerebro humano no está adaptado al mundo moderno. Aunque suene muy extraño, más o
menos eso piensa
Benito Arruñada, profesor del Departamento de Economía y Negocios de la
Universidad Pompeu Fabra en Barcelona, y lo plantea en su informe titulado
Naturaleza humana y análisis institucional
. Este estudio comienza explorando las consecuencias de nuestra especialización en la producción de conocimiento, que son
dobles: ha asegurado nuestro éxito en el control del ambiente pero
también lo ha cambiado muy rápido y radicalmente. Tan rápidamente
que no dio tiempo a que la selección natural adapte nuestra biología,
dejándonos mal adaptados en dimensiones importantes, dice.
Así, con un pie en la psicología, Arruñada explica que nuestra mente es
el resultado de un proceso de evolución natural que tomó miles de
años en formarse y que nos movemos por el siglo XXI con una
estructura cerebral desarrollada en los miles de años de vida basada en
la recolección y la caza del Pleistoceno (1,8 millones de años a 10.000
AC). Explica que nosotros cambiamos nuestro propio entorno mucho
mas rápido de lo que cambió nuestra genética para adaptarse a esos
cambios. El razonamiento del economista español sigue así: tenemos
un cerebro desarrollado para actuar en pequeñas tribus nómadas, con
poca interacción fuera del grupo. Como si tremenda conclusión no
fuera suficiente, todo parece indicar que algunos de nuestros instintos
adquiridos también estarían mal adaptados a las actuales
circunstancias.
¿Es tan así? La respuesta que flota en el aire es: sí, pero con reservas.
La falta o mala adaptación es innegable y el mismo
Freud lo definió como el malestar en la cultura. La idea es que la cultura produce
malestar porque escapa a la capacidad de procesamiento de la
persona, explica Pablo Slemenson, miembro de la
Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires
. Las reservas aluden a que, según Slemenson, la psicología cognitiva mundillo donde Arruñada parece
sentirse como en casa suele pasar por alto los estudios anteriores
como, por ejemplo, los de psicoanálisis.
Entonces, ¿de qué hablamos cuando hablamos de estar mal
adaptados? Convencido de su línea de investigación, Arruñada
responde con ejemplos: Antes, los hombres comían teniendo en cuenta
que las fuentes de alimento eran variables y, entonces, generaban
reservas. Hoy ese instinto demandaría una fuerte dosis de autocontrol,
pero continúa la tendencia a comer mucho. Sin autocontrol, tendemos
a comer demasiado, especialmente azúcar y sal (
) transformando el
gusto por lo dulce en un daño a nuestra salud, dice.
Según Slemenson, aquella falta de adaptación propia de la
complejización del entorno , es un desafío para todas las especies y
el hombre siempre encuentra una salida. Al encontrarse con una
sociedad cada vez más compleja, pone en la balanza cada vez más
factores para elaborar un mecanismo exitoso. Ese mecanismo se
desarrolla y acumula experiencia hasta que se vuelve intolerable. Así
todo parece indicar que cuando Arruñada se refiere a instintos
adquiridos, Slemenson suma al análisis a aquellos patrones de
comportamiento que fueron alguna vez eficaces. El hombre está
expuesto a la complejidad y la enfrenta mediante patrones fijos, que
fueron establecidos mediante una estimación y desestimación de
factores, explica. Entonces, la mala adaptación surgiría cuando estos
patrones que funcionaron en el pasado, no lo hacen en el presente y se
los sigue poniendo en marcha (de modo consciente o inconciente).
Si bien el ejemplo de Arruñada tiende a que nos miremos con
desconfianza, lo cierto es que desde la perspectiva económica no todas
son malas noticias. Los humanos, con el cerebro de antaño, también
hemos desarrollado mecanismos de cooperación aunque se basan en
grupos pequeños, como la familia, y suelen no extenderse mucho más
allá de las relaciones de mercado. Esa cooperación trata de ser
copiada cuando en los gerentes dicen somos como una familia.
Aunque este caso suene poco real, lo cierto es que el ser humano ha
desarrollado instituciones que contemplan códigos morales, respeto
a los derechos de propiedad y cumplimiento de contratos que le
permiten cooperar con extraños o ajenos a la tribu.